Sabemos que el cine comienza con un conjuro, tres mágicas palabras: Luz. Cámara. Acción.
La acción es movimiento. No me parece menor que la última palabra del “encantamiento” sea ACCIÓN.
Me intriga conocer el origen de nuestras palabras.Trabajamos con ellas, son materia prima. Palabras guionadas que deben activar en los lectores complejos sistemas imaginarios que luego pondrán sobre la pantalla.
Hurgando en el Babel de wikipedia, encuentro que en la Física , "la acción es la magnitud que expresa el producto de la energía implicada en un proceso, por el tiempo que dura este proceso".
Meditemos la secuencia: energía….tiempo…proceso…producto…
Movimiento. "Kinesis"…"Kiné"…Cine.
La vida es energía. Somos energía. Y al desplegarla en un transcurso de tiempo, emprendemos un acto, con una intención, un sentido, un ritmo, una cadencia y un forma o estructura que lo contiene.
Obrar, actuar, poner en movimiento la energía. El “chi”, como dicen los Taoístas.
“Acto”, del latín “actus”, es el participio del verbo “agere” (“llevar a cabo”, “mover adelante”, “conducir”, “guiar”).
La acción que emprenderemos se relaciona con el DRAMA. Acción Dramática.
“Drama” (“yo hago, obro, actúo”), deriva del verbo “drào” = “hacer”, que procede de la raíz indoeuropea “dere”. La palabra griega fue retomada por el latín “drama”, “atis”, forma que llegaría por vía erudita al italiano “dramma”, al inglés “drama”, y al español y portugués “drama”.
Dramaturgia.
“La palabra Dramaturgia se origina en las palabras: “drama” = “hacer, obrar, actuar” y “érgon” = “obra”.
Entonces, un Dramaturgo sería un “hacedor de obras”.
Entrando en nuestro territorio especifico, de la “dramaturgia audiovisual” (citando al maestro Santiago Carlos Oves), su pilar fundamental está basado en el Drama. Un drama en imágenes y sonido.
Siguiendo mi navegación web, encontré un aforismo griego interesante: “El guerrero se manifiesta en la acción”, es decir, el ser se hace en su lucha por conseguir sus metas.
Sintetizando, el guionista es un dramaturgo audiovisual, que al hacer su obra pone en movimiento una energía, activa una fuerza creadora que emprende su camino hacia un fin. Una nave guiada o conducida, no sólo por él mismo, sino por la propia inercia del material activado. Que una vez organizado, conforma una unidad o un todo (metáfora de universo).
Un escritor japonés a quien admiro, Yukio Mishima (seudónimo de Kimitake Hiraoka) (1925-1970), escribió un libro muy peculiar: “Lecciones espirituales para jóvenes samurais”. Allí se refiere a la acción en las artes bélicas, oficio del guerrero samurai. Transcribo fielmente algunos textos:
“¿Qué es la Acción ?” :
-“La acción posee una lógica peculiar. Cuando una acción ha comenzado, su lógica procede implacable hasta el fin…”
-“Desde los tiempos antiguos, “acción” es sinónimo de “actividad bélica” y su principio es la identidad entre el hombre y su arma, en su avance en línea recta hacia un objetivo definido. En efecto, es inconcebible que exista una acción cuando no hay un objetivo, y es imposible que la acción física de un hombre esté centrada en algo que no sea la lucha”...
-“La espada japonesa , una vez extraída de la vaina, inicia un movimiento característico, exactamente como sucede con una bala en el momento preciso en que se dispara: recorre una trayectoria inexorable una vez proyectada contra el enemigo…Siempre debe obedecer a la ley y a la lógica que la obligan a dirigirse en línea recta hacia ese mismo objetivo. Imaginemos que le hablamos a la bala en vuelo y que le preguntamos: “¿adónde vas?”. La bala nos respondería: “ Voy a matar al enemigo”. Y para ello ni siquiera habría detenido un instante su carrera…Una vez desenvainada no puede ser guardada sin haber cortado o matado. Cuando no se la extrae de la funda con este fin, la espada japonesa es derrotada y humillada fácilmente…”
“Las acciones importantes y eficaces exigen planes cuidadosos…El significado espiritual de blandir la espada en el momento del ataque, típico gesto de los oficiales japoneses, era el de testimoniar que sólo la fuerza irracional del espíritu puede superar los límites de los cálculos lógicos y de los planes de la batalla. La esencia de la acción es transgredir, con una energía irracional, el límite en el que está fijada la racionalidad. Y en esta empresa actúa constantemente el misterioso elemento de la casualidad…”
Este último párrafo nos acerca a cierta paradoja que podemos relacionar con el proceso creativo. Cualquier acción en su impulso sostenido genera una reacción que puede alterar nuestro camino. Podemos planificar cada paso, pero siempre debemos estar alertas al imponderable, al azar, el movimiento que nos mantiene vivos en la cresta de la ola. Con esta imagen hawaiana intento graficar el hecho de que el surfista, por ejemplo, debe tener la pericia intuitiva de dejarse llevar e integrarse a esa gran masa de energía. O se cae y se clava los huesos contra el temible arrecife de coral.
A la hora de poner en acción o en movimiento nuestra obra, debemos ser flexibles ante sus propias mañas, histerias y oscilaciones. Estos reveses pueden fastidiarnos. Pero al menos estaremos en plena tarea generando un hecho único, vital, creativo, que nos conecte con nosotros mismos y con los demás.