He dividido el curso de Guión en dos niveles: el Inicial, que sienta las bases y herramientas de trabajo. Y la Adaptación, donde el cine interactúa con otras ramas expresivas.
Al respecto, se me acercó una señora y me preguntó si yo dictaba la materia Guión II. Asentí y quiso saber en qué consistía.
-“En la práctica de adaptación”, contesté.
-“Ah, no”, dijo ella muy segura. “No es lo que busco. Yo hago cine de autor…”
-“Ah, no”, dijo ella muy segura. “No es lo que busco. Yo hago cine de autor…”
Más allá de lo risible del caso y de las ínfulas de la posible guionista (que se jactaba de haber recibido un premio por un guión), la respuesta me intrigó. ¿Una adaptación no es autoral?.
¿No existe un trabajo de re-invención, re-creación, transmutación,
que se resume en la acción, en el hecho mismo de transponer formatos?.
Desde mis frescos 17 años, cuando empecé a degustar del cine, vengo escuchando la sentencia del “cine de autor”. Definición que provoca reacciones y polemiza. No intento debatir. Creo que cada cual sabe si siente o desea adquirir el patrimonio autoral de un texto. Porque al hablar de film, en relación al texto, la supuesta autoría se multiplica en cientos o miles de seres que pasan a formar el status de película finalizada, mancomunada, estrenada.
Recuerdo un documental que vi en la Isla de Chiloé (Chile). Hablaba de las “mingas” (“minka”, en quechua), una hermosa acción de trabajo comunitario, solidario. En este caso puntual narraba la mudanza de una casa. Los vecinos agrupados ayudaban a uno de ellos a trasladar su vivienda. Con técnicas ancestrales la arrastraban hacia un terreno lindante cientos de metros, sin modificar su estructura edilicia. O como vimos que hacían los hamish en “Testigo en peligro”, de Peter Weir, cuando construían la casa. Todos empujaban, le ponían el hombro. Esto debería ser el cine, una “minga”. De hecho lo es.
Pero el concepto de autor, más allá de la presencia indispensable de alguien que toma las últimas decisiones, se extiende a la comunidad de seres que participan del evento.En una entrevista, el director Steven Soderbergh, agrega: “…siempre me he negado a que se escriba la frase “Una película de”, en los créditos de los filmes que he realizado, como muchos cineastas hacen hoy en día. Soy consciente de no ser el único que trabaja en la elaboración de un filme…” (“Más lecciones de cine”. Laurent Tirard. Paidós Comunicaciones, 2008).
Tal vez resulta una obviedad o suene a demagogia. Pero es cierto que sin toda esa turma de artesanos invisibles, el cine y sus mentores jamás hubieran progresado. Si bien me formé gozando del cine "de autor", me permito pensar hasta dónde ese concepto es atinado.
No tengo respuestas y en el fondo es una discusión irrelevante. Importa la creación. La obra. El acto cristalizado.
El gran Ingmar Bergman, dijo: “…quiero ser uno de los artistas de la catedral que se alza en la llanura. Quiero ocuparme en hacer de una piedra una cabeza de dragón, un ángel o un demonio, o tal vez un santo, poco importa, pues siento la misma alegría en cualquier caso. Así sea yo creyente o ateo, cristiano o pagano, trabajo en construir en compañía de todos la catedral, porque soy artista y artesano, porque he aprendido a extraer de la piedra rostros, miembros y cuerpos. No tengo por qué inquietarme del juicio de la posteridad o de mis contemporáneos; mi nombre y mi apellido no están grabados en ninguna parte y desaparecerán conmigo. Pero una pequeña parte de mí mismo sobrevivirá en la totalidad anónima y triunfante. Un dragón o un demonio, o tal vez un santo, poco importa…” (“Persona”. Ingmar Bergman. Ediciones Era. México, 1968).
Podemos aceptar o desoír su propuesta. Es evidente que su intención de anonimato falló. Nadie se olvida de este artista sueco . Aunque el futuro tal vez compendie su obra en un inmenso friso en el que sea tan sólo una anónima huella.
Muy bueno lo de cine de Autor y sobretodo lo de la adaptación. Yo ahora mismo estoy peleando con una adaptación de un cuento de McEwan que no puedo resolver. Me mata.
ResponderEliminarAbrazo Hanz, que propspere lo del Blog.
Tratá de que no te mate. Busca llegar a un acuerdo con el material de orígen (es decir, la novela o el cuento). Con paciencia, en algún momento lo vas a resolver. Estaría bueno que plantees el problema "técnico" concreto de ese trabajo, así lo ponemos on-line y abrimos el juego para que la gente opine y proponga soluciones. Desde luego que yo también intevendría en el debate. Como este blog intenta ser un espacio dedicado al Guión, quiero hacer del mismo una suerte de foro o clínica. Aún soy medio nulo para el manejo del blog, pero si sabes cómo hacerlo, armamos un foro y tratamos de resolver tu dilema existencial, así no te matas y seguís vivo, coleando y escribiendo. Un abrazo.
ResponderEliminarFELICITACIONES POR EL BLOG... Me parece que a muchos (y me incluyo) les puede ser muy util, entretenido y didactico! Abrazo. Javier
ResponderEliminaryo tuve que lidiar con la dificil tarea de adaptar "Conejo" de Abelardo Castillo, me costo muchisimo y todavia no se si me convence el resultado, lo filmamos y esta en etapa de post produccion, imagenes ya ensambladas pero falta de sonido, porque lo filmamos con bolex y faltan las voces, puse una voz en off, que me esta complicando la vida. En fin, a lo que me referia es a que para mi, es mucho mas arriesgado y complejo hacer una adaptacion, que escribir libremente algo que ya es nuestro, logicamente el cuento se vuelve nuestro cuando esta en nuestras manos, y nuestra tarea es extraer lo mejor de él, pero asi mismo lo siento un tanto ajeno, y me cuesta mucho encontrar los recursos justos para lograr una buena adaptacion, sin embargo no dejo de intentarlo, quizas no lo comprenda mucho porque no tuve en guion una clase especifica de adaptacion, ni una practica previa a Conejo, sera cuestion de hacer el segundo curso de guion, para superar mi trauma a ¨"La adaptación".
ResponderEliminarSaludos, y felicitaciones por este espacio.
Camila: es muy lógico y cierto todo lo que expones en tu nota. Creo que lo mejor es tratar de alejar esos "traumas" y, en principio, tomar la tarea como una búsqueda, un juego. De hecho ví tu corto "Conejo", y ahí lo hiciste muy bien.
ResponderEliminarMe parece que hay que confiar en la propia intuición y ponerle pasión al trabajo. Y después, los resultados llegan.
Todo acto creativo nos eleva espiritualmente, agita nuestras neuronas y nos hace sentir vivos, ¿no es así?.
A veces nos trauman un poco y nos generan incertidumbre -"¿lo podré hacer?"-, pero si se le pone garra y corazón se consigue el objetivo.
¡Gracias por visitar este blog y escribirme!
¡Arriba ese ánimo y dale para adelante que venís muy buen encaminada!